miércoles, 9 de mayo de 2012

No podía creer lo mucho que había cambiado en dos días, cómo su vida había dado un vuelco. Sus ojos mostraban tristeza, ya no tenían ese brillo de felicidad como tenían antes. Si mirabas fijamente en ellos podrías entender su historia, aguantando en los momentos duros, y derrumbándose en los pequeños baches. "Llevo mucho tiempo aguantándome todas esas lágrimas que nunca derramé, llevo demasiado tiempo siendo fuerte", hasta su voz había cambiado. Ya no era dulce y activa como antes, no, ahora era parada, y si podía evitarlo no hablaba, quedaba callada, observando a sus amigas, con sus charlas de siempre, en las que antes solía participar. Aquel abandono le dejó cicatriz, como si fuera la primera vez que había amado, y posiblemente, lo fuera. Todos sus sueños fueron olvidados por ella poco a poco, toda su alegría dejó de mostrarse, para enseñar un lado muy diferente al que nos había mostrado. Todo por lo que ella había luchado, todos los muros que había construído para evitar dolor, se derrumbaron. "Si al menos me hubiese dicho una simple razón honesta, ¿tan difícil es decir no te quiero?". Todo había ocurrido con mucha rapidez, más de la que cualquiera de nosotras hubiésemos imaginado. Y cuando nos dimos cuenta, ella ya había cambiado, todo había acabado. Y fue ahí cuando nos dijo algo que no le dimos importancia, pero marco un comienzo y un duro final, "Seguiré sonriendo para que piense que estoy bien, pero si me mira fijamente en mis grandes ojos negros sabrá que no estoy bien, y nunca lo estaré".

1 comentario: